Una piel limpia y luminosa es siempre un sinónimo de belleza y el objetivo a conseguir, tanto facial como corporalmente.
Además del hecho de sentirse bien en cualquier época, existen ocasiones especiales en las que la necesidad de la depilación se ve acentuada. En nuestras relaciones la depilación no es un capricho, sino una necesidad social imprescindible para la belleza y la buena imagen.
Ha de prestarse una ayuda especial a personas cuyo exceso de vello superfluo representa para ellas un problema psicológico. La confianza depositada en un profesional debe ser mantenida y respetada con tacto y discreción.
Existen dos formas de remover el vello; según diferentes sistemas y, dependiendo del método, puede actuarse sobre la parte externa (tallo del pelo) o bien sobre la parte interna (bulbo y raíz del pelo).
Los métodos que actúan sobre el bulbo producen resultados más eficaces y duraderos, debido a que el pelo tarda mucho más tiempo en volver a salir o se destruye definitivamente. A estos tratamientos se les da el nombre de EPILACIÓN.
Para aquellos tratamientos menos duraderos pero más económicos está la DEPILACIÓN la cual consiste en la eliminación de vello superfluo actuando sobre el tallo piloso.
Las ceras depilatorias son emplastos adherentes, fijados o no a un soporte de papel o de tela que se aplica sobre la piel. Al separarlos de un tirón rápido se lleva consigo la mayor parte de vello de la zona.
Las ceras requieren ser fundidas y deben aplicarse sobre la piel a temperaturas que oscilan entre 38 y 45 C°.
VENTAJAS:
Las altas temperaturas favorecen la apertura de los orificios de los folículos, elemento decisivo para arrancar fácilmente entre un 60 y un 80% del vello con sus raíces y bulbos. Por lo anterior, son consideradas las más eficaces y profesionales.
INCONVENIENTES:
No son adecuadas para personas con problemas circulatorios ya que la alta temperatura favorece la dilatación de los capilares y pueden acentuar dichos trastornos.